jueves,18 agosto 2022
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Universidades españolas: ¿inteligencia colectiva desaprovechada?

Un profesor de una universidad española nos pregunta si las universidades españolas son ejemplo de “inteligencia colectiva desaprovechada”. La pregunta merece una reflexión pausada sobre distintas cuestiones.

“Las universidades son los centros por excelencia donde se concentra y se difunde el conocimiento. Sin embargo, en España podemos encontrar ejemplos de cómo desperdiciamos nuestro potencial de inteligencia colectiva. ¿Podemos considerar a las universidades españolas como ejemplos de inteligencia colectiva desaprovechada?”. Así reza el texto de la consulta de un profesor de una universidad española.

La respuesta no es sencilla. Por un lado, no se puede generalizar a todas las universidades. Por otro, una sola universidad es tan diversa que tampoco se podría considerar como una unidad. De hecho, sus distintas subunidades pueden funcionar de manera diferente, desde lo más anecdótico a lo más relevante. Así, pueden coexistir infinidades de maneras de organizarse dentro de una misma universidad. Por otro lado, conocimiento e inteligencia son dos conceptos diferentes. El conocimiento sería un conjunto de datos e informaciones que se adquieren a través del aprendizaje y la experiencia. La inteligencia sería la capacidad de aplicar el conocimiento para resolver problemas complejos.

Intentemos contestar la pregunta analizando las características que definen a las universidades. Veamos también dónde se aprovecha mejor o peor el potencial de inteligencia colectiva en la comunidad universitaria.

Una comunidad heterogénea

La comunidad universitaria está dividida en tres categorías. Por un lado está el PDI (Personal Docente e Investigador) compuesto por profesores funcionarios (Catedráticos y titulares de Universidad), profesores permanentes no funcionarios (contratados doctores), profesores no permanentes no funcionarios (ayudantes doctores, ayudantes y asociados) y becarios de investigación. Por otro lado, está el PAS (Personal de Administración y Servicios), compuesto por personas que se dedican a subsanar los problemas de la maquinaria burocrática de la universidad (gestión de servicios generales, de departamentos, de biblioteca, de laboratorios, de edificios, etc). Finalmente, está el alumnado, dividido entre grado,  máster y doctorado. Ello da una idea de la diversidad existente en la comunidad universitaria.

La heterogeneidad existente también se ve en los siguientes factores:

  • Rotación. De los tres grupos reseñados, dos apenas se renuevan y uno lo hace constantemente. El profesorado y el personal administrativo pueden permanecer décadas en el mismo espacio funcional, mientras que el alumnado rota continuamente cada pocos años.
  • Dimensión. El peso porcentual de los grupos dentro de la comunidad no es homogéneo, ya que el PDI y el PAS podrían suponer juntos un 10%-15% y el alumnado un 85% de la misma.
  • Cultura jerárquica. El PDI es muy jerárquico, el PAS un poco menos mientras que el alumnado no depende de ninguna jerarquía.
  • Diversidad. El PDI tiene diversidad en función de su jerarquía, el PAS tiene una diversidad algo mayor, mientras que el alumnado tiene la máxima diversidad imaginable.
  • Independencia. Las decisiones del PDI están sujetas a las normas de la institución, al igual que el PAS, mientras los alumnos tienen un mayor rango de opciones para compartir recursos y gestionar su carrera académica.
  • Libertad. Los alumnos tienen mayor libertad, ya que pueden cambiar de grado e incluso de facultad. Hasta pueden elegir asignaturas para construir sus itinerarios, por ejemplo. Ni PDI ni PAS disfrutan de tanta libertad de acción.

Al final, podemos distinguir dos grupos. Por un lado estaría el PDI y el PAS, con baja rotación, pocos miembros, una cultura jerárquica piramidal, escasa diversidad, con poca independencia y con poca libertad en términos organizativos. Por otro estarían los alumnos, que les caracteriza una elevada rotación, un elevado número, una cultura jerárquica libre, una elevada diversidad, mucha independencia y una considerable libertad.

Profesores y personal administrativo no comparten recursos de conocimiento

Divididas en espacios estancos en distintos niveles (Universidades – Facultades – Departamentos – Institutos de Investigación – Grupos de Investigación – Áreas de Conocimiento), las mismas actividades se realizan de manera independiente sin que ninguna unidad se beneficie del conocimiento de las demás. Ello implica un esfuerzo monumental (y tantálico) por parte de todas y cada una de las unidades, que deben empezar de cero. Ello les impide aprovechar la experiencia y el conocimiento del resto.

¿Es tan difícil imaginar un sistema de inteligencia colectiva en una universidad que permita a un profesor acceder a información que procede de otro departamento de otra facultad? ¿Por qué no existen herramientas que permitan a los profesores que pertenecen a una misma área de conocimiento comunicarse entre sí? ¿Sería posible que áreas de conocimiento afines compartiesen recursos? ¿No sería conveniente que los recursos de una universidad se compartiesen para el beneficio de todos sus miembros, sean PDI, PAS o estudiantes?

Resulta paradójico que las herramientas para compartir recursos de conocimiento universitario sean redes sociales, sea Facebook, Twitter, TikTok o Instagram. Realizado de manera individual por iniciativa de los profesores, distintos materiales pedagógicos se comparten de manera no organizada, no segura y sin reglas que procedan de la institución universitaria. Muchos recursos compartidos son el resultado del esfuerzo de los individuos, no de las instituciones. Ello conlleva el desperdicio de un enorme caudal de inteligencia de los miembros de la institución. Ello ocurre en todas las universidades en España.

Los estudiantes sí comparten sus recursos

Sin respaldo de las instituciones, los estudiantes sí comparten recursos. Utilizan todo tipo de herramientas para colaborar en la expansión de todo tipo de conocimiento, sean apuntes, preguntas de examen, valoraciones sobre profesores o cualquier otra información que pueda resultar de interés para cualquier otro alumno. Para ello, utilizan tanto webs especializadas como redes sociales y servicios de mensajería como Whatsapp y Telegram, organizados en numerosos grupos especializados. La utilización de herramientas para compartir información permite a los alumnos mejorar la gestión de los recursos y elegir entre innumerables alternativas de una manera más inteligente.

Esta actividad grupal se ha desarrollado a espaldas de la realidad institucional. Se trata de alter sistemas con normas propias que congregan a personas en comunidades que comparten los mismos intereses. Resulta paradójico que las instituciones universitarias no participen de esta dinámica de inteligencia colectiva que permite a sus alumnos adquirir conocimiento de una alter manera, que es diferente tanto a la metodología tradicional como a los contenidos “oficiales”.

La parte negativa es que materia y conocimiento ya no van necesariamente de la mano. Compartir conocimiento es muy positivo, pero muchas personas se aprovechan de las bondades del sistema de inteligencia colectiva y los usan sin respetar los valores de las instituciones universitarias. Ejemplos como “El rincón del vago” o “Patata Brava” ilustran cómo se puede hacer un uso positivo o negativo de recursos compartidos.

Un gran potencial de futuro para las universidades

Para las universidades, la introducción de un sistema de inteligencia colectiva no tendría más que beneficios. En términos generales, compartir recursos e información incrementaría la motivación y mejoraría la productividad, permitiría una mayor transparencia y facilitaría la toma de decisiones.

Para el Personal Docente e Investigador (PDI) supondría una evidente mejora en la gestión de su actividad docente e investigadora, que cada día es más burocrática. Hoy un profesor universitario dedica una gran cantidad de tiempo a la gestión, que nada tiene que ver ni con la docencia ni con la investigación. Además, permitiría acceder mejor al tsunami de información que procede de todo tipo de instituciones, sean europeas o autonómicas, públicas o privadas. Toda la información se ha multiplicado y los profesores se sienten como náufragos en los distintos océanos de información que les inunda cada día. Hablamos de cursos, seminarios, ayudas, becas, congresos, programas de incorporación de profesorado, programas de movilidad de profesorado, convocatorias de proyectos de investigación a distintos niveles, actividades culturales, publicación de libros, entre otros ejemplos de informaciones escritas en distintos idiomas que llegan regularmente a cada profesor.

Para el Personal de Administración y Servicios (PAS), supondría una mayor eficiencia en la gestión de una ingente masa de trámites burocráticos que afectan a la gestión económica, académica, docente e investigadora, tanto de los estudiantes como de los miembros del PDI. Si cada nueva norma burocrática  procedente de los reguladores debe ser interpretada, de cero, por todas las unidades afectadas no tiene sentido que todas las unidades deban hacer el mismo esfuerzo, titánico, para alcanzar el mismo punto. La colaboración desde un sistema de inteligencia colectiva permitiría acceder a información de una manera más rápida y eficiente. Supondría un sistema que aliviaría una enorme carga burocrática que termina por generar una enorme mella psicológica en las personas.

Para los alumnos, supondría el acceso a contenidos académicos con la seguridad de que son de calidad y que tienen un respaldo institucional. El acceso a contenidos que proceden del alter sistema no permite a los alumnos saber si son de confianza o no. Por contenidos de calidad, no entendemos  subir un PDF a un campus virtual, sobre todo si es ajeno, sino herramientas de aprendizaje colectivo que integraran el conocimiento de los alumnos con la supervisión de los profesores por distintos canales.

Beneficios de la inteligencia colectiva

Los sistemas de inteligencia artificial colectiva permiten obtener el máximo provecho del conocimiento que se encuentra dentro de las organizaciones, conectando información que se encuentra encerrada en espacios estancos: en la cabeza de las personas, en departamentos de la empresa o en algún lugar de la nube. Estos sistemas de colaboración entre humanos y máquinas permiten que la información fluya, generando un conocimiento colectivo del que se benefician todos los miembros de una organización. Dicha base permite a las personas continuar construyendo más elementos de conocimiento, lo que facilita a las organizaciones actuar de manera más inteligente.

Limitar la experiencia a espacios estancos impenetrables exige la multiplicación del esfuerzo por parte de todas las personas para resolver problemas análogos y que ninguna se beneficie del resto. Ello supone desperdiciar el potencial de la inteligencia colectiva presente en cualquier organización. En ese sentido, la respuesta a la pregunta planteada sería afirmativa.

La implantación de sistemas de inteligencia colectiva permitiría mejorar los flujos de colaboración entre los miembros de la universidad, lo que incrementaría la base de sus conocimientos. Facilitaría que PDI, PAS y alumnado accediesen a un conocimiento más especializado y a recursos más relevantes para cada individuo. El intercambio de información entre unidades que hoy son estancas, así como la mayor colaboración entre las personas que hoy no se comunican, facilitarían el acceso a mayor y mejor información, potenciaría el networking y generaría un mayor (auto)conocimiento. Ello permitiría aprovechar en mayor medida el potencial de inteligencia colectiva en beneficio de todos los miembros de la comunidad universitaria.

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