jueves,18 agosto 2022
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Comunicación Política, Guerra Cognitiva y Ética

Mentor, Historiador y Abogado
Comunicación Política, Guerra Cognitiva y Ética es una reflexión sobre el origen y la práctica del enfoque cognitivo como método para lograr la manipulación

En el artículo anterior les propuse una nueva categoría: la campaña política cognitiva, que tiene como contexto y marco conceptual y pragmático a la comunicación política.

Hoy quiero hablar un poco sobre la ética, la campaña política cognitiva y la comunicación política, debido a que es desde la primera que podemos terminar de definir la segunda y contextualizar la tercera.

Cognitive Warfare OTAN noviembre 2020

La Guerra Cognitiva como génesis del enfoque cognitivo

Parto del hecho de reconocer que tomé el término «cognitiva» de  una nueva tendencia de la estrategia militar de la OTAN, conocida como Guerra Cognitiva, la cual es desarrollada y expuesta en la publicación de la alianza militar Cognitive Warfare en Noviembre de 2020 y cuyo autor es el contraalmirante francés François du Cluzel. (1)

Este militar francés no se anda con rodeos cuando definió en dicha obra que «La guerra cognitiva es, por lo tanto, la forma de utilizar el conocimiento para un propósito conflictivo.«

Ahora bien, cuando se estudia la categoría de la guerra cognitiva desde el punto de vista histórico se logra descubrir que esta no es un enfoque nuevo.

Ya en 1995 un estudio de las Fuerza Aérea de Estados Unidos proponía el llamado Ataque estratégico 2025,(2) basado en los llamados Locus of valor (LOV); algo así como el lugar estratégico de los valores, que según los autores serían centrales en la guerra en el año 2025; es decir 30 años después que fue concebido este material.

Este enfoque consiste en golpear al enemigo donde duele; es decir en los LOV, que pueden ser tanto aspectos tangibles como intangibles que el adversario posee y valora. Los LOV intangibles son básicamente elementos cargados de emociones.

La ya larga data de la Guerra Cognitiva la reconoce Cluzel cuando afirma que

«En su sentido más amplio, la guerra cognitiva no se limita al mundo militar o institucional. Desde principios de la década de 1990, esta capacidad ha tendido a aplicarse a los campos políticos, económicos, culturales y sociales.»

Por ende, es valido considerar que en las campañas electorales existen elementos que coinciden con la Guerra Cognitiva; y son aquellos que llegan a considerar los aspectos emocionales como elementos estratégicos claves. Es decir, cómo objetivos que van a permitir que la forma de producir y manejar el conocimiento sea influenciado por los operadores políticos.

Sumado a ello, es necesario tomar en consideración que lo que propone la guerra cognitiva y la comunicación política que usa la campaña cognitiva es incidir directamente sobre la forma como los objetivos; es decir las mentes de las personas, producen, manejan y en consecuencia actúan en relación con el conocimiento.

Elementos cognitivos de la comunicación política actual

Si buscamos a profundidad sobre el uso de estrategias cognitivas en la comunicación política encontramos; por ejemplo, el hecho de que las actuales campañas políticas usan a nivel táctico, término netamente militar, la llamada comunicación disruptiva.

La comunicación disruptiva se basa en el uso de mensajes y canales que rompen de forma abrupta con la manera tradicional como se comunica el político o la organización política con el electorado. Todo con el fin de que esté último se sienta atraído hacia la propuesta política.

En este sentido, el efecto de la comunicación disruptiva es esencialmente cognitivo sobre el segmento electoral.

Pero hay más de lo cognitivo en la nueva comunicación política que desplaza las narrativas de relatos ideológicos, por narrativas centradas en los perfiles emocionales del electorado. La llamada política de las emociones tiene una finalidad cognitiva.

Es con estas narrativas estratégicas que segmentos electorales pueden actuar determinados por emociones; que son estudiadas previamente para lograr una respuesta específica.

Aspectos éticos claves de la Comunicación política

A todo esto cabe la pregunta ¿qué ocurre cuando la campaña no es electoral, porque no existe un evento electoral en el futuro inmediato; sin embargo se ejecuta una campaña política cognitiva?; es decir se produce una campaña dirigida a manipular las emociones de un sector de la sociedad; con la finalidad de que este último se levante contra un sistema de gobierno o una legislación.

Antecedentes de estas prácticas han sido estudiadas, también desde Francia, en vinculación con el Estado Islámico y sus campañas de reclutamiento.

Puede alguien responder afirmativamente a la pregunta de si ¿es ético manipular a las personas para que formen parte de movimientos terroristas contra las instituciones y las personas de su propio país?

Pero no solo son los extremistas islámicos los que usan estrategias de guerra cognitiva. ¿Qué pasa cuando esto también ocurre en el seno de las democracias occidentales tanto en campañas políticas no electorales, como en las campañas electorales? en las cuales se utiliza la información de los usuarios de redes sociales para facilitar la divulgación de narrativas basadas en relatos poco o nada veraces, para influenciar a un segmento electoral.

La primera víctima de estas prácticas es la antigua veracidad, que era y es una premisa ética del periodismo, y que ahora se ve seriamente comprometida con estrategias basadas en la premisa maquiavélica de que el fin justifica los medios.

Si el fin entonces justifica los medios ¿está justificado que amplios sectores de un electorado sean manipulados en base a fake news, para que opten por una candidatura o simplemente para que no se movilicen por la candidatura contraria.?

Hasta qué punto es ética este tipo de campaña, y que tan perjudicial puede ser para una verdadera democracia el hecho de que amplios sectores de la sociedad puedan ser manipulados desde infraestructuras digitales.

La polémica de las redes sociales

Pexels

Igualmente es polémico el hecho de que los usuarios de las llamadas redes sociales, que se rigen por normativas comunitarias que prohíben la incitación al odio sean manipulados por medios de relatos sesgados; o simplemente estén expuestos a la reproducción de contenido no auténtico desde perfiles o cuentas creadas por medio de inteligencia artificial, que se hacen pasar por cuentas de personas u organizaciones reales.

Cabe destacar, en lo que corresponde a la incitación al odio por medio de narrativas que se divulgan en campañas políticas cognitivas, se pasa el umbral de la ética y se cae en el ámbito jurídico, ya que surgen responsabilidades.

Como si esto no fuera poco, está el hecho de que son los mismos usuarios los que de forma libre proporcionan el insumo de los servicios de publicidad digital que ofrecen las empresas tecnológicas: sus datos, que son vendidos para mejorar las campañas publicitarias de editores que pagan cuantiosas sumas de dinero por estos servicios a las empresas tecnológicas como Facebook, Twitter o Google.

Cuando estos mismos usuarios son los ciudadanos de una sociedad sometida a narrativas tendenciosas, poco espacio queda para definir un sistema político como verdaderamente democrático.

Ante esta situación ética y política descrita estamos en presencia de lo que fácilmente puede ser definida como una plutocracia tecnológica que manipula la verdad, con el fin de que está sea solamente la percepción de lo real, considerado por el cuerpo social, que es sometido a un intenso bombardeo de información manipulada, desde los intereses de élites con claros objetivos políticos.

Referencias.

  1. François du Cluzel. (2020) Cognitive Warfare .OTAN/NATO 
  2. Air Force (1996) Hit’em Where It Hurts: Strategic Attack in 2025. 

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